Hoy me toca hablar de un tema abordado por muchas revistas y programas televisivos, pero como médica y mujer identificada con una etapa de cambios y vivencias comunes a la mayoría de nosotras, quiero enfrentar una etapa conocida como perimenopausia, mistificada e injustificadamente temida en esta sociedad donde la mujer es objeto de consumo.
Por supuesto que es un cambio transitorio antes del cese definitivo de la menstruación, que puede durar hasta 8 años e inclusive más, se habla de 10 años. ¿Y qué es lo que pasa dentro del cuerpo de la mujer?
Los ovarios secretan menos óvulos regularmente y gradualmente producen menos estrógenos y otras hormonas, la fertilidad disminuye, los ciclos menstruales se acortan o bien son más largos seguidos de profusas hemorragias; en realidad hay menos ovulaciones y más irregularidades del ciclo. Los niveles de estrógenos, progesterona, andrógenos y testosterona disminuyen y en consecuencia existen alteraciones clínicas que merecen una consulta médica para descartar enfermedades. Si bien existen cambios en el patrón de sangrado que pueden obedecer a estas causas, es anormal el sangrado muy abundante, la duración mayor a 7 días o que exista sangrado intermenstrual o después de una relación sexual.
Siempre debemos recordar que el 90% tiene una menstruación irregular 4 a 8 años antes del cese total de la menstruación. Los estados anímicos pueden variar, la paciente se puede sentir más triste, irritada, vulnerable, comienza el miedo a la soledad o a la inseguridad económica. Si los hijos no están (síndrome del nido vacío) le impresiona que su presencia no sea necesaria y a veces expresa tal condición en forma de celos hacia las parejas de sus hijos. Si la autoestima de la mujer está íntegra a nivel pareja, ella busca la solución a los problemas, pero si existe incomunicación se generan serios problemas a ese nivel, porque la mujer siente disminuida su condición de feminidad y tiene temor a la pérdida de su pareja, o de no encontrarla si no la tiene. Entonces en un 80% de los casos la habilidad emocional parece estar condicionada por factores sociales y esencialmente vinculados con el condicionamiento de género.
Sexualidad y edad
El desconocimiento biológico de lo que ocurre en estos períodos, tales como la disminución de la líbido, la dispareunia o dolor en la relación sexual, la anorgasmia, etcétera, hacen que la mujer no busque atención especializada sino que soporte relaciones con displacer o busque justificaciones para evitar o demorar la relación sexual y comienza el juego del gato y el ratón: me acuesto y me levanto primero, cuando él se acuesta yo ya estoy dormida y me levanto antes de que él despierte. No me desvisto delante de él. Pero si el gato la caza no le expresa las molestias, pacientemente finge una satisfacción plena. Es bueno en este momento preguntarse por qué no estar mejor e intentar el diálogo, que si está deteriorado terminará dañando la esfera psíquica de la paciente, a la que le sugerimos usar el ingenio, buscar momentos de encuentro a solas en lugares diferentes o fuera del hogar, una escapada juntos a un determinado lugar que ambos deseen, fomentar el compañerismo, invitarlo a caminar, pasear, interesarnos en su problemática laboral.
Estimulémosle con la intención de que su estímulo nos revierta el pensamiento negativo.
El bienestar de una pareja es proteger la integridad social y es un deber informar e informarse. Entre la variedad de síntomas se presenta con frecuencia el dolor de cabeza; algunos autores sostienen que la fluctuación en los niveles de estrógenos podrían ser el desencadenante de la migraña en la mujer y éstas actúan sobre neurotransmisores, entre ellos uno muy importante es la serotonina. La mujer es particularmente vulnerable a la cefalea y a la migraña en distintas etapas de la vida.
Como ginecólogos tenemos que escuchar con atención las consultas, no restarles importancia y fundamentalmente saber cuándo derivar a otros especialistas para su diagnóstico y tratamiento. El género es una categoría que en la dimensión social de la vida toma matices que marcan riesgos de enfermedad. Me refiero a que la mujer en estado óptimo de salud de acuerdo a patrones culturales preestablecidos desempeña sus tareas dentro y fuera del hogar como algo natural, pero estas funciones en etapa de cambio neuro-endócrino-biológico comienzan a expresarse con sensación de fatiga o desgano, irritabilidad y habitualmente en la consulta médica se le atribuye un trastorno psiquiátrico con prescripción de psicofármacos que no resuelven el problema, ya que la carga resulta inalterable (sobrecarga familiar, tensiones laborales, recarga individual del trabajo doméstico, etcétera, añadido al cambio biológico) y da como resultado una mujer defraudada y mal orientada.
A todo esto se suma que los hijos ya adolescentes o adultos estiman que a la mediana edad de las mujeres madres no les interesa el sexo, por lo que los padres son asexuados. Es el momento de cambio: "Ahora me toca a mí, yo mujer me quiero sentir mejor. Por qué no una adecuada redistribución de funciones. Entonces tendré más tiempo para hacer lo que me gusta, no me priven de placeres que son una parte importante y valiosa de la vida". Este es el proceso de revalorización de la propia vida, que en Psicología se lo describe como la segunda crisis de identidad.
Disminución de la memoria. Habitual y preocupante para la paciente, generalmente es sobre hechos recientes que puede ser confundida con la falta de atención, mejora con la medicación adecuada.
Estrés emocional. Muchos creen que los cambios emocionales ocurren en neuróticas. La mujer se vuelve sensible a las emociones, tiembla con facilidad, se pone muy agresiva o se vuelve deprimida (que no es depresión psicótica), por pérdida de pareja, familiares, hijos. Usualmente se quejan de todo sin razón justificada, tienen cefalea, frecuente falta de atención y el sueño es pobre. La psicoterapia es irrelevante y la mejoría con estrógenos alcanza los mejores resultados.
Los calores o sofocos. El 85% de las mujeres los presenta en la perimenopausia; 54% los sentirá durante el climaterio. La intensidad y la frecuencia depende de cada mujer. El sofoco típico da aumento de temperatura de nuestro cuerpo seguido por la coloración rojiza, especialmente de la cara y cuello, de la que todo el mundo se da cuenta. La duración es de 3 a 5 minutos, cuando la mujer registra que el sofoco se hace inminente se produce una sensación de angustia. Realmente provoca disconformidad y altera la calidad de vida. Es importante que hable con su ginecólogo; él le indicará la terapia para el caso de acuerdo a que ella pueda o no recibir estrógenos.
Tenemos que tener en cuenta que no es la única medicación disponible. Algunos consejos útiles: evitar ciertas comidas picantes y estimulantes como el café. Mantenerse poco abrigada o con ropa liviana, dormir en ambientes ventilados. Reducir el estrés a través de la meditación, yoga, masajes, baños de inmersión con sales relajantes y música suave. Hacer ejercicio físico para disminuir el estrés y favorecer el descanso nocturno.
Atrofia genital y urinaria. La caída de estrógenos conduce al deterioro de los tejidos estrógenos receptivos. Se produce adelgazamiento del epitelio de todos los tejidos vaginales, uretrales, vesicales y a veces la mucosa de los labios de la vulva se adelgazan tanto que se erosiona y se infecta repetidamente, produciendo ardor en la micción. Si no se realiza tratamiento adecuado poco a poco el tamaño de la vagina irá disminuyendo haciendo muy dolorosa la relación sexual, por lo que es conveniente el uso de lubricantes para que las relaciones sexuales sean placenteras y también la administración de óvulos vaginales que indique su ginecólogo.
Aparte en esta etapa de la vida la pareja puede tener distintas disfunciones sexuales psicológicas u orgánicas que hacen mermar su erección.
Cambios en el tracto urinario. La uretra de la mujer y la mucosa de la vejiga en la época de la caída estrogénica tienden a adelgazarse y el tono muscular disminuye, por lo que se puede llegar a una pérdida de control urinario, surge la necesidad de levantarse a orinar a la noche y la sensación de plenitud de vejiga con escape de orina escaso antes de llegar al baño, lo que se denomina urgencia miccional, que no es igual que prolapso y responde muy bien a terapia vaginal de óvulos con estrógenos que no pasan al torrente sanguíneo.
Dra. Adriana Samuel de Esparza
eldiariocba.com.ar
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